Hay que hablar de suicidio.

Fue en el año 1969 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS), diferencia entre tres conceptos distintos dentro del término suicidio. El primero de ellos, el acto suicida, quedó definido como “el hecho por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, cualquiera sea el grado de intención letal”, el suicidio consumado como “el acto suicida que tiene un desenlace mortal”, y por último, el intento de suicidio, como la tentativa autolítica que no causa la muerte.

Hay que hablar de suicidio, pero ¿por qué?

Según la OMS, “cada 40 segundos se suicida una persona”. En el mundo más de 700.000 personas se suicidan anualmente. En España, según datos recogidos por la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, el suicidio sigue siendo la PRIMERA CAUSA DE MUERTE no natural en nuestro país. En el año 2020, se registró la mayor tasa de suicidio de nuestra historia, 1 persona cada 2h.

Otro dato escalofriante es que, a pesar del alto número de suicidios consumados, se estima que entre un 5% - 10% de la población española habría realizado algún intento, es decir, unas 80.000 personas.

¿Cuáles pueden ser algunos de los factores de riesgo?

  • Contar con intentos previos de suicidio, especialmente durante los 6 y 12 meses posteriores.

  • Las barreras que impiden todavía el acceso a la Salud mental.

  • El estigma asociado a la búsqueda de ayuda, lo que provoca mayor dificultad en su abordaje.

  • La discriminación. Algunos grupos son más vulnerables al rechazo y estigmatización como la comunidad LGTBI+

  • La difusión y la facilidad para tener acceso al descubrimiento de nuevos métodos de suicidio.

Los que más me interesan, como psicóloga, son aquellos que se relacionan con la salud mental de las personas. Se estima que alrededor del 90% de los individuos que se suicidan, padecen algún tipo de trastorno mental en el momento del fallecimiento, siendo los más comunes: depresión mayor, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria o distimia.

Otra de las afecciones más relacionadas serían las adicciones. El consumo de alcohol y drogas facilita el aumento de la impulsividad, y con ello, el aumento de la probabilidad del riesgo de suicidio.

¿Cuáles son los factores de protección frente al suicidio?

  • La resiliencia de la persona, es decir, la capacidad de afrontamiento de situaciones difíciles.

  • El acceso a los servicios de salud mental.

  • Adecuada red de apoyo social y familiar.

¿Cómo ayudar a una persona que se encuentra en riesgo de suicidio?

En primer lugar, debemos olvidar ciertos mitos que se encuentran generalizados en nuestra sociedad, y tener en cuenta que:

  1. Los intentos de suicidio son la manifestación del sufrimiento y la desesperación, no una llamada de atención.

  2. La persona que se quiere suicidar, quiere acabar con su sufrimiento, y no con su vida.

  3. Hablar de suicidio ayuda a la persona a rebajar su nivel de ansiedad, la intensidad de su sufrimiento, y aumentar la posibilidad de buscar ayuda.

  4. La persona que piensa en suicidarse avisa a su entorno de alguna manera sobre sus intenciones.

  5. Es necesaria la publicación de información que ayude a dar conocimiento y prevención del suicidio. Los medios de comunicación no deben evitar hablar sobre esta epidemia silenciosa.

Para poder ayudar a una persona debemos prestar atención a su entorno y buscar las señales:

  • ¿Muestra desesperanza?¿Regala objetos personales o parece dejar sus asuntos en orden sin un motivo aparente?

  • ¿Manifiesta ideas suicidas? ¿Piensa en ello?¿Tiene planeado cómo hacerlo o lo ha intentado con anterioridad?.

Recordad siempre que se encuentra disponible el número de la esperanza, 24h al día para cualquier emergencia o necesidad. Actualmente, contamos también en nuestro país con la línea 024, una línea gratuita, inmediata y confidencial atendida por profesionales para dar apoyo a personas con ideación suicida y a sus familiares y allegados.




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