Ted Bundy. Segunda parte: cara a cara con la justicia.

Cuando Ted fue detenido todos salieron en su defensa. ¿Cómo un chico como él iba a ser un asesino? Un joven estudiante de derecho y psicología, que acudía a misa y parecía encantador. Su amigo Martin lo describía como el tipo que querrías para tu hermana.

Ted tuvo a la opinión pública de su parte, y supo aprovecharla. Decidió que él mismo hablaría con el juez para, con su carisma, convencerle de su inocencia. Su capacidad para engañar era tan grande, que las personas que estaban a su alrededor no daban crédito de que pudiese haber sido acusado de unos crímenes tan crueles. El propio Ted declaró “La gente no me ve como yo me veo a mí mismo”.

Gracias a la decisión de preparar su propia defensa tuvo la oportunidad de visitar en numerosas ocasiones la biblioteca de los juzgados de Pitkin, y con ello, de preparar su huida. El 6 de junio de 1977, tras dictar el juez la hora de receso, se dirigió a la biblioteca, abrió la ventana, saltó las dos plantas y corrió dirección a la montaña, donde permanecería durante una semana. Cuando le detuvieron de nuevo, había perdido más de once kilos y sus pies se encontraban llenos de ampollas de andar. Esta vez lo trasladaron a una celda de mayor seguridad, y se le añadió el cargo de “fugitivo”. Pero Bundy no se rindió y preparó su siguiente fuga, siete meses después. Tras perder 16kg y ensayar repetidamente su huida, se coló por un hueco del techo de su celda hasta las dependencias del director, se puso ropa de calle y salió tranquilamente por la puerta.

Su rabia era tal que, a penas 14 días después de haberse fugado, entró en la fraternidad de Chi Omega, en Florida, para asesinar a dos chicas y golpear brutalmente a otras dos. Unos minutos después, se detuvo frente la casa de quien sería su próxima víctima. Entró, la golpeó llegando a romper su mandíbula y dejando su tímpano inutilizado para siempre.

De viaje a Pensacola, y con un escarabajo robado como vehículo, Ted sentía volver a los inicios. A pesar de ello, no le duró mucho. David Lee, patrullaba por las calles de la ciudad con la curiosidad de saber quién manejaba ese escarabajo, un coche que jamás había visto por la zona. Sorprendió a Ted con más de 20 tarjetas y un vehículo robado. Tras un forcejeo lo llevó directamente a comisaria. Bundy había sido de nuevo cazado y las causas contra él se amontonaban. A partir de aquel 14 de febrero de 1978, el resto de la vida de Ted Bundy trascurriría entre rejas.

Nuevamente Ted decide que se defenderá a sí mismo, dejando a su abogado únicamente como asesor y a Margaret Good y a Haggard acompañarlo en su defensa. La prensa dejó de un lado los asesinatos y se centraron en Ted, en su carisma y su figura apuesta. Esta era la primera vez que se emitiría en directo un juicio a nivel nacional: <El Estado de Florida contra Robert Theodore Bundy>. Todos se preguntaban de nuevo cómo un chico con su formación, su aspecto físico y su discurso podría haber cometido esos crímenes tan atroces.

Mientras los testigos declaraban, la joven abogada observaba cómo algunas chicas pasaban notas a Ted fascinadas por su atractivo. Entre ellas estaba Carole, una chica que lo conocía de años anteriores, y a quien él mismo llamó a testificar. Carole, enamorada de Ted fue su más firme defensora. A pesar de pedir numerosas prórrogas para estudiar el caso, de contar con numerosas quejas sobre la luz de la celda o la comida, finalmente Bundy fue declarado culpable y el juez dictó la pena capital.

Tras casi un mes desde el inicio del juicio el 24 de julio de 1979, la prueba contundente fue la que presentó el odontólogo forense Richard Souviron sobre las marcas de mordida en el glúteo de una de las víctimas, coincidentes con la impresión dental del acusado. Con Bundy de pie y abatido, el juez se despidió de él con las siguientes palabras:

Cuídate joven. Te lo digo sinceramente, cuídate. Es una tragedia absoluta para este tribunal ver un desperdicio de humanidad tan absoluto, como en este caso. Eres un joven brillante. Habrías sido un buen abogado y me hubiera encantado que ejercieras frente a mí, pero fuiste por otro camino. No siento ninguna animosidad hacia a ti. Solo quería que lo supieras.

En un segundo juicio, donde se enfrentaba a los cargos por el asesinato de la niña Kimberly, Ted llamó otra vez a testificar a Carole, a quien pidió matrimonio en ese mismo instante y con la que posteriormente tendría una hija. Aquello indignó a todo el mundo y fue declarado culpable nuevamente. Alojado en lo que se conoce como el corredor de la muerte, Ted logró postergar la ejecución proclamando su inocencia, dando datos sobre el lugar dónde podrían encontrar los cuerpos y realizando colaboraciones para encontrar a otros asesinos en serie. Finalmente fue fijada una fecha inamovible: 24 de enero de 1989, 9 años después de su sentencia.

Ted Bundy colaboró con el FBI en dos ocasiones. En la primera, se le pidió ayuda para cumplimentar el cuestionario que en el futuro, sería la base de las entrevistas de Douglas y Ressler para elaborar el profiling. Ted advirtió de la importancia del regreso del asesino al lugar del crimen, algo que el cuestionario parecía pasar de largo. Una segunda colaboración se da cuando aporta las características que él mismo cree que el Asesino de Río Verde (ARV) podría tener, y ayuda a los investigadores a meterse en la mente del criminal y capturarlo.

Antes de ser ejecutado, Ted Bundy, conversó con su madre y con el psicólogo y reverendo Dobson, a quien le confesó que el alcohol reducía sus inhibiciones y la pornografía le llevaba cada vez más lejos. Ese día cientos de personas se reunieron en los alrededores con pancartas, camisetas y canciones para celebrar la ejecución del mayor asesino en serie conocido hasta entonces. Ted fue ejecutado a las 7:16 de la mañana a la edad de 42 años.

El FBI logró cerrar 30 casos y comprobar un total de 36. Aún así, existe una gran cantidad de expedientes, entre 1961 y 1978, en los que se sospechaba de Ted Bundy por las coincidencias con el modus operandi y declaraciones de testigos. Por todo ello, aunque se especula que comenzó a atacar en 1973, existen sospechas de que pudo comenzar mucho antes, cuando apenas tenía entre 14 y 20 años y que los asesinatos podrían ascender a 100.

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