Ted Bundy: Primera parte

“Mientras dormía sintió una sensación extraña. Abrió los ojos, pero no lograba ver nada. De repente, se percató de lo que ocurría, está rodeada de cuchillos. Cuchillos de todas las clases y tamaños. Ninguno la tocaba. De pie, al lado de la cama, con una sonrisa, su sobrino Ted”

En su historia no hay nada especialmente importante. Nada que pueda ayudarnos a entender qué fue lo que sucedió para que llevase a cabo todos estos actos. En 1966 conoce a Stephanie, una chica proveniente de una buena familia y que simbolizaba todo lo que Ted siempre había querido. El dinero y el prestigio que siempre quiso pero la relación no dura mucho. Aunque en estos años comienza el periodo de ensayo de los asesinatos, Bundy narra que en años anteriores ya había sentido deseos de espiar a través de las ventanas para ver a las chicas cambiarse de ropa. Fue un periodo en el que estaba viendo “hasta dónde podía llegar”. Posteriormente, da un paso más y se aficiona a la pornografía. Comienza a consumir imágenes donde la violencia es explícita.

En los años 70, con la revolución hippie y el terreno que la mujer comenzaba a ganar, las universidades se comienzan a llenar de jóvenes mujeres que rechazan el rol de ama de casas hasta entonces impuesto. Es aquí cuando comienzan a darse una serie de desapariciones que amenazan la confianza y estabilidad de la sociedad del momento.

Cinco ciudades distintas, dos asesinatos y siete jóvenes desaparecidas, un asalto con severas consecuencias para la víctima y ni un solo sospechoso. No había relación entre ellas ni entre los casos. La policía estaba completamente desconcertada. No existía un protocolo ni compartían información por lo que, todo fue mucho más complicado de lo que sería hoy día.

Un año después, el número de mujeres atacadas ascendía a 11. Solo contaban con la pista de “un hombre con un brazo escayolado”. El 8 de noviembre de 1974, Bundy deja una testigo. Carol DaRonch fue capaz de escapar y ayudar a realizar un retrato robot, así como describir su Modus operandi o su vehículo.

Cuando el retrato se hizo público se recibió la llamada que cambiaría todo dando nombre y apellidos al asesino. Elisabeth, su novia, lo reconoció. El hombre de quien estaba enamorada se encontraba involucrado en una larga lista de acusaciones que iban desde el secuestro, la violencia sexual y el asesinato. Pero todo esto no fue suficiente, Bundy era camaleónico y los testigos no pudieron confirmar que se tratase de la misma persona.

En 1975, mientras paseaba con su Wolkswagen Escarabajo, llamó la atención de una patrulla de policía. Revisaron su vehículo y decidieron que reunía las suficientes evidencias como para ser detenido. Pasamontañas, bolsas de basura, un rollo de cuerda, una vara de hierro y esposas fueron encontrados en su interior. Por primera vez, el principal sospechoso se encontraba cara a cara con la policía.

Anterior
Anterior

Ted Bundy. Segunda parte: cara a cara con la justicia.

Siguiente
Siguiente

La psicología de Adolf Hitler